Evangelio del Domino 15 de noviembre de 2009
XXXIII Domingo Ordinario
R/. Aleluya, aleluya.
Reuniré a los elegidos de los cuatro vientos. R/.
Primer Momento:
Tranquilizarme, pacificarme. Tomarme el tiempo necesario para dejar a un lado los problemas. Los problemas ahí están, la oración no los eliminará ni me aislará o evitará vivir las cosas que la misma vida trae consigo, pero la oración si puede ayudarme a ver los problemas con otro ojos, desde otra perspectiva, la de mi Señor.
Entrar en oración es como cuando éramos niños y estábamos solos en algún sitio, llenos de miedo.
Entrar en oración es como cuando en ese momento alcanzábamos a ver a nuestro papá o a nuestra mamá acercándose a nosotros. Esa misma sensación de alegría, paz y tranquilidad es la misma que nos regala el Señor con su presencia.
Si soy capaz de dedicarle tiempo a muchas cosas, también puedo ser capaz de dedicarme este tiempo a mí misma y a mi Señor, insisto, no para huir del mundo, sino para estar en él de otro modo, con la actitud de Jesús.
Así pues, démonos este tiempo. Respiremos profundamente, sintamos cómo el aire pasa por nuestra nariz, por la tráquea, cómo llena los pulmones y del mismo modo, sintamos cómo nos vamos vaciando de él.
Cuando alcance el silencio interior, podré así encontrar la voz de mi Señor en mí mismo(a).
Segundo Momento: Oración Preparatoria:
San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, nos invita a que iniciemos cada contemplación o reflexión que vayamos a hacer, con una oración preparatoria, que siempre es la misma:
Es decir que le estamos pidiendo al Señor que nos alcance su gracia, que nos de el favor, es una actitud de humildad de quien se reconoce incompleto, pequeño, de quien se reconoce incapaz por sí mismo de hacer o alcanzar algo. Le pedimos ésto al Señor para que todas nuestras intenciones, es decir, todo lo que pensemos o deseemos; todas nuestras acciones, o sea, todo lo que hagamos y todas nuestras operaciones, es decir nuestros modos y actitudes de llevar a cabo las cosas; en una palabra nuestro modo de pensar y proceder. Se ordene puramente, que sea recto, bien intencionado, que se ordene en función del Señor, en torno a Él y no a nosotros. Para el servicio y alabanza de su divina majestad; es decir que nuestras intenciones, acciones y operaciones sean para el servicio de la obra del Señor y no para nuestro propio servicio; para alabanza, para agradecimiento del Señor y no para alabarnos a nosotros mismos o a alguien más.
¿Qué le pedimos entonces al Señor en esta oración? Su gracia para que nuestra persona entera se ordene en torno a Él para servirle y agradecerle en todo.
Tercer Momento: Composición Viendo El Lugar:
Se trata aquí de ver con la vista de la imaginación el lugar, las personas, las características del sitio donde se lleva a cabo la escena del Evangelio. Se trata de captar con la mayor atención posible, con nuestros sentidos bien aguzados todos los detalles del lugar donde se lleva a cabo el Evangelio.
Conviene entonces hacer una primera lectura del Evangelio que se deseé orar en este momento, y a partir de ella, ir creando las imágenes, los sonidos, los olores, el clima, los sabores que el Evangelio evoca. También se ha de tomar en cuenta las personas que participan en las escenas y ver sus caras, gestos, sus ropas, etc.
Del santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre."
Palabra del Señor.
Cuarto Momento: Fruto A Pedir:
San Ignacio también nos invita, en sus Ejercicios Espirituales, a que cada vez que oremos la vida del Señor Jesús pidamos lo siguiente como fruto de nuestra oración, que nos conceda la siguiente gracia con la oración:
XXXIII Domingo Ordinario
R/. Aleluya, aleluya.
Reuniré a los elegidos de los cuatro vientos. R/.
Primer Momento:
Tranquilizarme, pacificarme. Tomarme el tiempo necesario para dejar a un lado los problemas. Los problemas ahí están, la oración no los eliminará ni me aislará o evitará vivir las cosas que la misma vida trae consigo, pero la oración si puede ayudarme a ver los problemas con otro ojos, desde otra perspectiva, la de mi Señor.
Entrar en oración es como cuando éramos niños y estábamos solos en algún sitio, llenos de miedo.
Entrar en oración es como cuando en ese momento alcanzábamos a ver a nuestro papá o a nuestra mamá acercándose a nosotros. Esa misma sensación de alegría, paz y tranquilidad es la misma que nos regala el Señor con su presencia.
Si soy capaz de dedicarle tiempo a muchas cosas, también puedo ser capaz de dedicarme este tiempo a mí misma y a mi Señor, insisto, no para huir del mundo, sino para estar en él de otro modo, con la actitud de Jesús.
Así pues, démonos este tiempo. Respiremos profundamente, sintamos cómo el aire pasa por nuestra nariz, por la tráquea, cómo llena los pulmones y del mismo modo, sintamos cómo nos vamos vaciando de él.
Cuando alcance el silencio interior, podré así encontrar la voz de mi Señor en mí mismo(a).
Segundo Momento: Oración Preparatoria:
San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, nos invita a que iniciemos cada contemplación o reflexión que vayamos a hacer, con una oración preparatoria, que siempre es la misma:
“Te pido tu gracia Dios, mi Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente para el servicio y alabanza de tu divina majestad."
Es decir que le estamos pidiendo al Señor que nos alcance su gracia, que nos de el favor, es una actitud de humildad de quien se reconoce incompleto, pequeño, de quien se reconoce incapaz por sí mismo de hacer o alcanzar algo. Le pedimos ésto al Señor para que todas nuestras intenciones, es decir, todo lo que pensemos o deseemos; todas nuestras acciones, o sea, todo lo que hagamos y todas nuestras operaciones, es decir nuestros modos y actitudes de llevar a cabo las cosas; en una palabra nuestro modo de pensar y proceder. Se ordene puramente, que sea recto, bien intencionado, que se ordene en función del Señor, en torno a Él y no a nosotros. Para el servicio y alabanza de su divina majestad; es decir que nuestras intenciones, acciones y operaciones sean para el servicio de la obra del Señor y no para nuestro propio servicio; para alabanza, para agradecimiento del Señor y no para alabarnos a nosotros mismos o a alguien más.
¿Qué le pedimos entonces al Señor en esta oración? Su gracia para que nuestra persona entera se ordene en torno a Él para servirle y agradecerle en todo.
Tercer Momento: Composición Viendo El Lugar:
Se trata aquí de ver con la vista de la imaginación el lugar, las personas, las características del sitio donde se lleva a cabo la escena del Evangelio. Se trata de captar con la mayor atención posible, con nuestros sentidos bien aguzados todos los detalles del lugar donde se lleva a cabo el Evangelio.
Conviene entonces hacer una primera lectura del Evangelio que se deseé orar en este momento, y a partir de ella, ir creando las imágenes, los sonidos, los olores, el clima, los sabores que el Evangelio evoca. También se ha de tomar en cuenta las personas que participan en las escenas y ver sus caras, gestos, sus ropas, etc.
Del santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre."
Palabra del Señor.
Cuarto Momento: Fruto A Pedir:
San Ignacio también nos invita, en sus Ejercicios Espirituales, a que cada vez que oremos la vida del Señor Jesús pidamos lo siguiente como fruto de nuestra oración, que nos conceda la siguiente gracia con la oración:
"Pedir conocimiento interno del Señor Jesús, que por mí se hizo hombre, para que más le ame y le siga"
Se trata entonces de pedir conocimiento de cómo es Jesús en su interior: como ve, como oye, como siente, cómo es Él en su interior, en su corazón. Se trata de reconocer que Él, por mí, se hizo hombre. Para que así, conociéndole más, más le pueda amar y seguir. No se ama a aquello que no se conoce, si no conozco a Jesús, cómo entonces pretendo amarle, y mucho más, cómo quiero seguir a aquel a quien no amo.
Es una petición fuerte, por que pedimos "sentir" como Jesús siente.
Quinto Momento: Puntos:
En esta parte de la oración, tal vez volvamos a recorrer el camino ya efectuado, tal vez volvamos a contemplar o a meditar la escena; pero se trata ahora de poner especial atención en aquello que más nos movió durante la contemplación, porque ahí el Señor se está manifestando y algo nos está diciendo ahora, a algo nos está invitando al movernos interiormente.
Para esta oración, yo propongo los siguientes puntos, pero, como ya mencioné, éstos tienen más que ver conmigo y con mi forma de mirar y sentir que con los que cada uno pudo haber sentido. Se trata entonces de que la oración "refleje" algo de mí, que "ilumine" algo que no podía ver de mi persona, de mis intenciones, de mis acciones y de mis operaciones, de mi modo de sentir. Por que al momento en que trato de ver las cosas como Jesús las veía, se ilumina el contraste que hay entre El y yo. No para desanimarme, sino para invitarme a seguirle y a amar como Él ama (seguirle).
Les propongo entonces que meditemos los siguientes puntos con respecto a la injusticia de la cual nos habla el pasaje:
- ¿Cuál es el mensaje de fondo que encuentro en este pasaje: una amenaza de Jesús o una señal de preparación ante lo que viene?
- Tomando en cuenta el Adviento que se acerca, ¿cómo me tengo que ir preparando para cerrar este año que está por terminar?
- A manera de examen Ignaciano: ¿Cuáles fueron las cosas del año que me humanizaron, que me hicieron sentirme cerca del Señor, que forzosamente significa, sentirme y estar cerca de mi hermano, el más pobre y desvalido, con aquel que no me paga, con aquel que no es mi favorito, con aquel que me cae mal y detesto?, ¿fui hermano ahí?
- Y por otro lado y en contraparte, ¿cuáles fueron esas cosas que me deshumanizaron, que me alejaron de mi Señor y de mis hermanos?
- ¿Qué encuentro en todo ésto: invitaciones, correcciones, etc.?
- ¿Hacia dónde me siento invitado a caminar, con ésto que encuentro, el próximo año y qué medidas concretas, de qué medios dispongo para caminar en ese sentido que estoy siendo invitado?
Sexto Momento: Coloquio:
Termino mi oración con un coloquio (una plática) con Jesús. Es un coloquio, no un monólogo, es decir, que debo dejar hablar a Jesús, reconocer lo que Él quiere decirme con todo ésto que me mostró en la oración. Se trata también de agradecer lo que en ella me ha regalado.
Un examen siempre es buen momento de pedir perdón por las fallas que cometemos, aceptando todas nuestras incapacidades para amar, y dar gracias por tanto bien recibido y nada merecido. Así mismo, poner en manos del Señor todo esto, pidiendo su ayuda para que acreciente la voluntad de seguir sus invitaciones.
Séptimo Momento: Examen De La Oración:
Este momento consiste en revisar cómo fue nuestra oración, qué fruto pedimos y cuál nos regaló el Señor. Qué me ayudó en la oración y porqué no pude entrar en ella. Se toma nota y se comparte con el grupo.
Si gustas, puedes repetir la oración y profundizar aún más en los frutos que el Señor quiere regalarte.
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