A) Primer Momento:
Tranquilizarme, pacificarme. Tomarme el tiempo necesario para dejar a un lado los problemas. Los problemas ahí están, la oración no los eliminará ni me aislará o evitará vivir las cosas que la misma vida trae consigo, pero la oración si puede ayudarme a ver los problemas con otro ojos, desde otra perspectiva, la de mi Señor.
Si soy capaz de dedicarle tiempo a muchas cosas, también puedo ser capaz de dedicarme este tiempo a mí misma y a mi Señor, insisto, no para huir del mundo, sino para estar en él de otro modo, con la actitud de Jesús.
Así pues, démonos este tiempo. Respiremos profundamente, sintamos cómo el aire pasa por nuestra nariz, por la tráquea, cómo llena los pulmones y del mismo modo, sintamos cómo nos vamos vaciando de él.
Cuando alcance el silencio interior, podré así encontrar la voz de mi Señor en mí mismo(a).
B) Oración Preparatoria:
San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, nos invita a que iniciemos cada contemplación o reflexión que vayamos a hacer, con una oración preparatoria, que siempre es la misma:
"Te pido tu gracia Dios, mi Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente para el servicio y alabanza de tu divina majestad."
Es decir que le estamos pidiendo al Señor que nos alcance su gracia, que nos de el favor, es una actitud de humildad de quien se reconoce incompleto, pequeño, de quien se reconoce incapaz por sí mismo de hacer o alcanzar algo. Le pedimos ésto al Señor para que todas nuestras intenciones, es decir, todo lo que pensemos o deseemos; todas nuestras acciones, o sea, todo lo que hagamos y todas nuestras operaciones, es decir nuestros modos y actitudes de llevar a cabo las cosas; en una palabra nuestro modo de pensar y proceder. Se ordenen puramente, que sea recto, bien intencionado, que se ordene en función del Señor, en torno a Él y no a nosotros. Para el servicio y alabanza de su divina majestad; es decir que nuestras intenciones, acciones y operaciones sean para el servicio de la obra del Señor y no para nuestro propio servicio; para alabanza, para agradecimiento del Señor y no para alabarnos a nosotros mismos o a alguien más.
¿Qué le pedimos entonces al Señor en esta oración? Su gracia para que nuestra persona entera se ordene en torno a Él para servirle y agradecerle en todo.
C) Composición Viendo El Lugar:
Se trata aquí de ver con la vista de la imaginación el lugar, las personas, las características del sitio donde se lleva a cabo la escena del Evangelio. Se trata de captar con la mayor atención posible, con nuestros sentidos bien aguzados todos los detalles del lugar donde se lleva a cabo el Evangelio.
Conviene entonces hacer una primera lectura del Evangelio que se deseé orar en este momento, y a partir de ella, ir creando las imágenes, los sonidos, los olores, el clima, los sabores que el Evangelio evoca. También se ha de tomar en cuenta las personas que participan en las escenas y ver sus caras, gestos, sus ropas, etc.
Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 38 - 43. 45. 47 - 48
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: "Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos". Pero Jesús le respondió: "No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Todo aquel que les dé a bebe un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Palabra del Señor.
Es importante también contextualizar la lectura. Jesús no dice estas palabras aisladas, sino en una situación específica. ¿Cómo contextualizarlas pues? Bien, pues vayamos a la fuente, a la Biblia, veamos qué pasaje está antes y cuál después del texto que nos propone el Evangelio del Domingo.
Viene Jesús, ya anunciando su Pasión y Muerte a los discípulos. En el Evangelio del Domingo pasado les pone a un niño como ejemplo de quién es el primero en el Reino: el que es el último y servidor de todos; el que recibe a un niño (último en la cultura judía) lo recibe a Él, y si lo reciben a Él, reciben a Aquel que lo envío. Es decir que está hablando de los últimos, de los que son como el niño (la gente sencilla).
Por lo tanto cuando dice que si tu mano te es ocasión de pecado, está significando que las acciones emprendidas con tu mano que "escandalizan innecesariamente" a la gente sencilla que cree en Él.
Nos damos cuenta también que la escena tiene lugar en el mismo sitio que en el Evangelio del Domingo pasado, que ahí está presente un niño en los brazos de Jesús, que están los discípulos y que Juan le dice que mando callar a uno que hablaba y sacaba demonios en nombre de Jesús, es decir, que trabajaba y hacía lo que Jesús hacía, pero que no era del grupo y por eso se lo prohibieron. Pero Jesús lo reprende y dice que no se lo impidan: porqué impedirle a alguien que hace el mismo trabajo de Jesús, aunque no sea del grupo, seguirlo haciendo. Lo de Juan "pareciera" una disculpa o una justificación por algo, por la reprimenda que Jesús les había hecho por discutir quién de ellos era el primero.
Después Jesús prosigue diciéndoles que todo el que les de beber, por el hecho de ser de Cristo, no quedará sin recompensa. Pero continua con una serie de advertencias que van contra aquellos que escandalicen (que hagan caer, tropezar) a los pequeños (el niño, los últimos, los que creen en Él). Se trata pues de tener cuidado de actuar con congruencia, se trata entonces de evitar las ocasiones de pecado, especialmente cuando somos (como todo cristiano) servidores de la Palabra. No se trata entonces de sacarnos el ojo, sino de evitar las ocasiones de pecado que entran por la vista, por el tacto, por los sentidos todos.
Pues bien, después de esta breve contextualización y explicación somera del Evangelio, volvamos a releerlo, pero componiendo el lugar como ya antes dijimos y poniendo especial atención a aquello que nos salte a los sentidos mientras contemplamos la escena; porque seguramente en aquello que nos salta, que nos mueve interiormente, Jesús nos está diciendo algo hoy.
Pongamos pues atención y hagamos nuevamente la lectura.
D) Fruto A Pedir:
San Ignacio también nos invita, en sus Ejercicios Espirituales, a que cada vez que oremos la vida del Señor Jesús pidamos lo siguiente como fruto de nuestra oración, que nos conceda la siguiente gracia con la oración:
"Pedir conocimiento interno del Señor Jesús, que por mí se hizo hombre, para que más le ame y le siga"
Se trata entonces de pedir conocimiento de cómo es Jesús en su interior: como ve, como oye, como siente, cómo es Él en su interior, en su corazón. Se trata de reconocer que Él, por mí, se hizo hombre. Para que así, conociéndole más, más le pueda amar y seguir. No se ama a aquello que no se conoce, si no conozco a Jesús, cómo entonces pretendo amarle, y mucho más, cómo quiero seguir a aquel a quien no amo.
Es una petición fuerte, por que pedimos "sentir" como Jesús siente.
E) Puntos:
En esta parte de la oración, tal vez volvamos a recorrer el camino ya efectuado, tal vez volvamos a contemplar la escena; pero se trata ahora de poner especial atención en aquello que más nos movió durante la contemplación, porque ahí el Señor se está manifestando y algo nos está diciendo ahora, a algo nos está invitando al movernos interiormente.
Para esta oración, yo propongo los siguientes puntos, pero, como ya mencioné, éstos tienen más que ver conmigo y con mi forma de mirar y sentir que con los que cada uno pudo haber sentido. Se trata entonces de que la oración "refleje" algo de mí, que "ilumine" algo que no podía ver de mi persona, de mis intenciones, de mis acciones y de mis operaciones, de mi modo de sentir. Por que al momento en que trato de ver las cosas como Jesús las veía, se ilumina el contraste que hay entre El y yo. No para desanimarme, sino para invitarme a seguirle y a amar como Él ama (seguirle).
- ¿Cómo, qué actitudes tengo yo que hacen caer a los demás?
- ¿Cuáles son los ojos, las manos, los pies que debo cortarme?
- ¿A quiénes me gusta hacer caer, a quiénes hago caer con mis actitudes y qué busco con ello?
Insisto, estos son mis puntos propuestos, habrá alguien que le haya llamado más la atención alguna otra parte de la lectura y en ella se tendrá que abocar y ahí tendrá que profundizar.
E) Coloquio:
Termino mi oración con un coloquio (una plática) con Jesús. Es un coloquio, no un monólogo, es decir, que debo dejar hablar a Jesús, reconocer lo que Él quiere decirme con todo ésto que me mostró en la oración. Se trata también de agradecer lo que en ella me ha regalado.
F) Examen De La Oración:
Este momento consiste en revisar cómo fue nuestra oración, qué fruto pedimos y cuál nos regaló el Señor. Qué me ayudó en la oración y porqué no pude entrar en ella. Se toma nota y se comparte con el grupo.
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